2.10.11

Muestra de reseña / La simpleza de lo sublime (Sergio Mutis, 2011)

Alexander Supertramp delante del bus
abandonado donde encontraría la muerte. 

Me complace mucho presentar la reseña del libro Hacia rutas salvajes (John Krakauer, 1996) escrita por Sergio Mutis, estudiante del Colegio Los Nogales de Bogotá.

El escrito, al cual Mutis le dio el sugestivo título de La simpleza de lo sublime, cumple muy bien el propósito de una reseña literaria. Sin embargo, lo que realmente sorprende es la madurez de la prosa y la belleza del estilo de este joven escritor.

La palabra "simpleza", que Mutis utiliza en su título, es ambigua en el español contemporáneo. Su significado principal, según el DRAE es "bobería, necedad". Sin embargo, también tiene el significado anticuado de "cualidad de ser simple, sin composición". Para expresar esta última idea, es más común hoy en día el uso del sustantivo "simplicidad", que también significa "sencillez, candor".

Todos los significados anteriores son particularmente pertinentes para describir las aventuras de Alexander Supertramp (Christopher McCandless), protagonista de Hacia rutas salvajes. Su huida a Alaska en busca de una vida más sencilla puede verse, según la perspectiva que se escoja, como una necedad, una acto de inocencia extrema o una búsqueda radical de una forma de vida simple, primitiva. La reseña de Sergio Mutis logra explorar sutilmente estos posibles significados de la vida de McCandless tal como la reconstruye John Krakauer en Hacia rutas salvajes.

La simpleza de lo sublime

Grandes estepas de pinos contrastan con el lejano relieve de las blancas montañas. Los rayos del sol atraviesan el aire cargado de humedad y frío generando hermosos colores y dando una leve y cálida sensación. Águilas planean sobre la brisa y los alces pastan tranquilamente. El paisaje está impregnado de un ligero color violeta presente en pequeñas flores. Una imagen que aparenta cierta paz, pero que esconde la realidad violenta de la naturaleza. Con un poco de esfuerzo se puede ver una prueba de esto. Entre la belleza de la imagen choca la silueta de un viejo y sucio bus abandonado y, dentro de él, el cuerpo inerte de un joven. Al parecer, este hombre no encontró esa paz, más bien descubrió la realidad tras las apariencias. Con cierta facilidad se puede ver que el perturbado viaje de Christopher McCandless no valió la pena.

Él tenía tan solo 24 años de edad cuando erró de tal forma. Pertenecía a una familia adinerada de los Estados Unidos que lo amaba profundamente. Acababa de graduarse y se estaba preparando para una vida exitosa, tal vez aún más cómoda que la que ya vivía. Parecía un joven preparado para triunfar, pero las cosas no salieron como se esperaba…

De forma increíblemente repentina, Chris decidió abandonar todas las comodidades de su vida impulsado por una errada y perturbada visión. Dejó atrás sus ahorros, su carro, su casa, a sus amigos y familia. Resolvió cambiarse el nombre descabelladamente a Alexander Supertramp y empezó a vagar por su país como un pobre demente sin pensar en la gente que se preocupaba por él. Sobrevivió dos años entre cucarachas y comiendo escasamente. La mejor compañía que tuvo fueron algunos hippies y un viejo. Durmió en las calles y viajó ilegalmente hasta que, finalmente, logró llegar a Alaska.

En busca, posiblemente, de paz, Chris pretendía vivir en aquellas inhóspitas praderas con lo que la naturaleza le brindara. Encontró un sucio bus abandonado en el que se instaló y empezó a enfrentarse a los problemas más básicos de los seres humanos. Luchó cada día por mantener el calor y por encontrar alimentos. Su soledad lo obligaba a llevar un diario que atenuaba su soledad simulando cierta compañía. Al fin y al cabo, todo esto no le duró mucho tiempo. Desesperado por encontrar alimentos ingirió una planta venenosa por error y terminó muerto en la mitad de la nada. Un final que deja en el lector un sabor de lástima por aquella alma perdida.

Al parecer, Christopher no encontró lo que buscaba, sin embargo, mis palabras han actuado de forma similar a la engañosa naturaleza. La verdad es que Chris trascendió más allá de lo que se nota a simple vista. Hay una fina capa entre la locura y la sabiduría, hay que ser extremadamente minucioso para no confundir los dos términos. Todo el viaje de Alexander Supertramp es un proceso que lo lleva a un nivel superior.

Primero deja atrás las grandes fallas de un mundo capitalista, lleno de rencor y odio, de avaricia, de dolor y tristezas. Él abandona los falsos pasos hacia la felicidad que nos dicta la sociedad, en los que nunca se va a estar satisfecho con lo que se tiene. Alexander sigue deseando su propia felicidad pero la busca de una forma mucho más noble, sencilla y hermosa.

El viaje lo va llenando de experiencias y de amistades. Conoce a muchas personas en las que deja una semilla de admiración y alegría. Aprende a ser feliz cada vez con menos y conoce una inmensidad de lugares hermosos.

Sus aventuras lo llevan a la emblemática Alaska, donde aprende sobre la esencia del ser humano. A pesar de que muere, su fin no está descrito correctamente con la palabra trágico. Es, más bien, conmovedor.

Un leve destello de luz lo abraza revelando cierta espiritualidad. Pareciera que Alex encontrara la más sublime y pura felicidad. Es un momento que, a pesar de sus aparentes fallas, es realmente hermoso y lleno de paz.

Después de todo, la silueta del bus y el cadáver sí parecen ser parte de la simple paz y belleza del lugar. Atributos como estos solo pueden ser descritos con la palabra "simpleza": las cosas no pueden ser complicadamente hermosas o estar complicadamente en paz. Tal vez por eso los últimos párrafos de esta reseña son realmente cortos... Tal vez por eso, con solo ver un paisaje se puede saborear la sensación de paz y alegría… Siempre he creído que el buen escritor es el que, con pocas palabras, logra decir mucho. Espero haberme acercado un poco a esa idea. Hacia rutas salvajes, de John Krakauer, es un libro sencillamente hermoso.

Sergio Mutis

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Este joven tiene un talento impresionante! Hay que motivarlo a que explote su potencial.